Hijos de la abundancia - Jorge Galemire y Fernando Cabrera
La muerte a veces puede titubear
también ella enfrenta su rival
tampoco es esta la primera vez
que se medirán
Un hombre piensa y duda en soledad
su fortuna da tranquilidad
los pastizales que antes combatió
se revelarán, él no los verá crecer
Inaugurando la riqueza van
hijos bobos de la abundancia
tonto botín maltrataron
la prosperidad
Son hijos que cultivan al revés
con sus ojos pisan sin mirar
llevan caretas por caparazón
oraciones que no se oirán
Un hombre piensa y duda en soledad
su fortuna da tranquilidad
los pastizales que antes combatió
se revelarán, él no los verá crecer.
Dar
miércoles, 10 de febrero de 2016
viernes, 6 de julio de 2012
No
me interesa saber cómo te ganas la vida. Lo que quiero saber lo que
ansías, y si es que te atreves a soñar con lo que tu corazón anhela.
No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa qué planetas están en cuadratura con tu Luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores.
Quiero saber si puedes vivir con el dolor, el mío o el tuyo, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo o remediarlo.
Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con frenesí y dejar que éxtasis te penetre hasta la punta de los dedos de los pies y las manos sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, a recordar las limitaciones propias de nuestra condición humana.
No me interesara saber si lo que me cuentas es cierto. Quiero saber si puedes decepcionar a otra persona para ser fiel a ti mismo; si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma.
Quiero saber si puedes ver la belleza, aun cuando no sea agradable, cada día, y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo y el mío, y de pie en la orilla del lago gritarle a la plateada forma de la luna llena: "¡Sí!".
No me interesa saber dónde vives ni cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotado y magullado hasta los huesos, y hacer lo que sea necesario para alimentar a tus hijos.
No me interesa saber a quién conoces ni cómo llegaste hasta aquí. Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y no lo rehuirás.
No me interesa saber ni dónde ni cómo ni con quién estudiaste. Quiero saber lo que te sostiene, desde el interior, cuando todo lo demás se derrumba.
Quiero saber si puedes estar solo contigo y si en verdad aprecias tu propia compañía en momentos de vacío.
No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa qué planetas están en cuadratura con tu Luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores.
Quiero saber si puedes vivir con el dolor, el mío o el tuyo, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo o remediarlo.
Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con frenesí y dejar que éxtasis te penetre hasta la punta de los dedos de los pies y las manos sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, a recordar las limitaciones propias de nuestra condición humana.
No me interesara saber si lo que me cuentas es cierto. Quiero saber si puedes decepcionar a otra persona para ser fiel a ti mismo; si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma.
Quiero saber si puedes ver la belleza, aun cuando no sea agradable, cada día, y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo y el mío, y de pie en la orilla del lago gritarle a la plateada forma de la luna llena: "¡Sí!".
No me interesa saber dónde vives ni cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotado y magullado hasta los huesos, y hacer lo que sea necesario para alimentar a tus hijos.
No me interesa saber a quién conoces ni cómo llegaste hasta aquí. Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y no lo rehuirás.
No me interesa saber ni dónde ni cómo ni con quién estudiaste. Quiero saber lo que te sostiene, desde el interior, cuando todo lo demás se derrumba.
Quiero saber si puedes estar solo contigo y si en verdad aprecias tu propia compañía en momentos de vacío.
Oriah Mountain
Dreamer
lunes, 20 de febrero de 2012
Del blog de Nina. Con su permiso.
Sal
con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que
tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados.
Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que
desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una
biblioteca.
Encuentra
una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta
siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que
siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita
en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un
tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de
segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas
de un libro, y más si están amarillas.
Es
la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo
mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema
deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima
del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que
el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una
mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser
interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre
las manos.
Invítala
a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue
capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de
que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para
parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser
ella.
Es
fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños,
de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea
en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a
Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor.
Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y
ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a
su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele,
si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle.
Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz,
diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale.
La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un
final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de
escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a
empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es
consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos
villanos.
¿Por
qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las
personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una
novela, excepción hecha de los protagonistas de la sagaCrepúsculo.
Si
te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las
dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su
pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la
pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti.
Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que,
por un tiempo, siempre lo son.
Le
propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un
concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta
casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por
Skype.
Sonreirás
con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado
todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la
historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún
más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e
incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos
de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras
tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal
con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz
de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para
darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te
vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay
más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.
Sal con una chica que lee
Rosemarie Urquico
domingo, 19 de febrero de 2012
El mío ha sido un largo camino hacia el
desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir,
cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy
me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera
cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la
sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni
tiene que notarse.
Uno
siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo
simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en
hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de
embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel
intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura
como expresión de la vida. Por el contrario, se trata de lograr un
lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo
todo lo que no sea digno de existencia.
Para
mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos
Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los
primeros pasos.
Siempre
me decía: "Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los
chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle
prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son
las palabras mejores que el silencio". Entonces cuando escribo me voy
preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen
existir realmente?
Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida.
Inflación
palabraria El problema de la inflación monetaria en América Latina es
muy grave, pero la inflación palabraria es tan grave como la monetaria o
peor; hay un exceso de circulante atroz. Algunos países han tenido
éxito en la lucha contra la inflación monetaria pero la inflación
palabraria sigue ahí, tan campante. Lo que me gustaría, modestamente, es
ayudar un poquito a esa lucha contra la inflación palabraria. O sea,
poder ir desnudando el lenguaje. Es el resultado de un gran esfuerzo, y
no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto
como cuando tenía 15 o 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco
porque no podía.
¿Función social?
La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo "Cartas de amor a mí mismo" y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).
¿Función social?
La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo "Cartas de amor a mí mismo" y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).
Es
imposible imaginar una literatura que no cumpla una función social. A
veces la cumple, y es jodido, en un sentido adormecedor, a veces es una
literatura del fatalismo, de la resignación, que te invita a aceptar la
realidad en lugar de cambiarla, pero a veces es una literatura
reveladora, reveladora de las mil y una caras escondidas de una realidad
que es siempre más deslumbrante de lo que uno suponía. Por otro lado me
parece que lo de la literatura social es una redundancia porque toda
literatura es social. Muchas veces una buena novela de amor es más
reveladora y ayuda más a la gente a saber quién es, de dónde viene y a
dónde puede llegar, que una mala novela de huelgas. No comparto el
criterio de una literatura política que además, en general, es
aburridísima.
Eduardo Galeano
sábado, 18 de febrero de 2012
Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.
Oliverio Girondo
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.
Oliverio Girondo
lunes, 20 de junio de 2011
Peatón diga No
Salir, el viento arriba, cualquier mañana de estas
Al día trepidante, izando la paciencia,
Insistiendo en los sueños que no se dan y huyen
Locamente delante de nuestra suerte perra;
Salir, ya maltratado por los informativos
Y con el diario en llamas por la chispa de América
-corriendo hacia lo de uno urgentemente solo-,
es un fulero asunto, una ronca vergüenza
escondida en el fondo del manso portafolios,
esa tonta mochila del peatón sin tregua.
Yo peatón, me digo con el pecho golpeado
Por las humillaciones sucesivas del día,
Digo que yo me digo: hay que hacer algo, viejo,
Antes de que venga el cáncer y te deje en la vía;
Hay que hacer algo y pronto y aquí, sin ir más lejos,
Hacer, no sé qué cornos, empezar la podrida,
Porque yo ya no llego ni con la lengua afuera
Si no empiezo esta cosa de enderezar la vida,
¡Aquí y ahora mismo!, digo, sin dar más vueltas,
Asumiendo la bronca feroz de cada día.
Por las humillaciones sucesivas del día,
Digo que yo me digo: hay que hacer algo, viejo,
Antes de que venga el cáncer y te deje en la vía;
Hay que hacer algo y pronto y aquí, sin ir más lejos,
Hacer, no sé qué cornos, empezar la podrida,
Porque yo ya no llego ni con la lengua afuera
Si no empiezo esta cosa de enderezar la vida,
¡Aquí y ahora mismo!, digo, sin dar más vueltas,
Asumiendo la bronca feroz de cada día.
¿Qué hacer? ¿ Qué hacer hermano, debajo de la lluvia?
¿Debajo del cemento, donde un perro agoniza?
¿ Debajo del gobierno, inerme y ciudadano,
Yugando bajo el peso de sus grandes mentiras?
¿Debajo del cemento, donde un perro agoniza?
¿ Debajo del gobierno, inerme y ciudadano,
Yugando bajo el peso de sus grandes mentiras?
¿Qué hacer?¿ Qué hacer, hermano, lacerado de afiches
¿Dónde la Coca Cola se mata de risa?
Hay que encontrar la forma de dárselas con todo
Por que a mí no me arreglan ya con otra aspirina;
¿Dónde la Coca Cola se mata de risa?
Hay que encontrar la forma de dárselas con todo
Por que a mí no me arreglan ya con otra aspirina;
Pero, ¿qué hacer, hermano, debajo de la lluvia
¿Cómo un desopilante inspector de cornisas?
¿Cómo un desopilante inspector de cornisas?
Yo peatón, culpable de ser la muchedumbre,
Yo mismísima culpa, ¡no compro mas tranvías!
Digo no. NO y a muerte. ¡No redondo y en seco!
¡Y para todo el viaje digo un No cañonazo!
¡ Un No en la plena jeta del mercader de Patria!
¡ NO ¡ ¡ Hasta qué yo tenga las treinta y tres de mano!
Yo mismísima culpa, ¡no compro mas tranvías!
Digo no. NO y a muerte. ¡No redondo y en seco!
¡Y para todo el viaje digo un No cañonazo!
¡ Un No en la plena jeta del mercader de Patria!
¡ NO ¡ ¡ Hasta qué yo tenga las treinta y tres de mano!
¿ Se da cuenta, compadre? Era simple la cosa.
Como dicen los bolches: la libertad se ejerce.
Ya tengo la precisa. Digo No, simplemente,
Y SE LES VIENE ABAJO TODA LA ESTANTERÍA.
Como dicen los bolches: la libertad se ejerce.
Ya tengo la precisa. Digo No, simplemente,
Y SE LES VIENE ABAJO TODA LA ESTANTERÍA.
Pruebe, compadre, empiece por los No más pequeños,
No a la pequeña burla que casi ni se siente,
Diga No a los legales prósperamente oscuros,
A las fotonovelas, al cantante epiléptico;
No al opio venenoso de la TV y la Radio.
Diga No. Es una Bomba: ¡ y con la mecha ardiendo!
No a la pequeña burla que casi ni se siente,
Diga No a los legales prósperamente oscuros,
A las fotonovelas, al cantante epiléptico;
No al opio venenoso de la TV y la Radio.
Diga No. Es una Bomba: ¡ y con la mecha ardiendo!
Dígalos en todas partes, en su casa, en la feria,
En la calle, en los trenes, en la cancha, en el viento;
Y lúzcalo orgulloso como un pañuelo nuevo,
En la calle, en los trenes, en la cancha, en el viento;
Y lúzcalo orgulloso como un pañuelo nuevo,
Después, vaya subiendo en grados subversivos
Hasta el no más heroico y de cada momento:
No a las persecuciones, a la atroz carestía,
A los golpes rengos;
No a los Yanquis en Cuba ( o en cualquier otra parte)
No a la guerra asesina en Vietnam, por ejemplo,
A que humillen la sangre como en Santo Domingo
Sumando nuestra sangre a sumados ejércitos;
Diga no sin tapujos allí donde se le cuadre
Hasta que se propague por el país entero
Un No como una casa, grande como una casa
Donde un día podamos alojar nuestros sueños.
Hasta el no más heroico y de cada momento:
No a las persecuciones, a la atroz carestía,
A los golpes rengos;
No a los Yanquis en Cuba ( o en cualquier otra parte)
No a la guerra asesina en Vietnam, por ejemplo,
A que humillen la sangre como en Santo Domingo
Sumando nuestra sangre a sumados ejércitos;
Diga no sin tapujos allí donde se le cuadre
Hasta que se propague por el país entero
Un No como una casa, grande como una casa
Donde un día podamos alojar nuestros sueños.
Pero si acaso siente por el aire un sonido
Como de pueblo andando caudal en su torrente,
Si fueran a buscarlo los compañeros río
Para Jordán y limo de sus hondas vertientes,
Empínese en la honra de la Patria que amamos
Y salga a decir Sí,
Sencillamente.
Como de pueblo andando caudal en su torrente,
Si fueran a buscarlo los compañeros río
Para Jordán y limo de sus hondas vertientes,
Empínese en la honra de la Patria que amamos
Y salga a decir Sí,
Sencillamente.
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