miércoles, 29 de diciembre de 2010

INTER-ESDRÚJULO - Mario Benedetti

Los malos hábitos de un siglo pánico
vuelven quimérico todo diagnóstico
pero en lo íntimo me viene el pálpito
de que los crápulas viajan de incógnito

en nuestra módica tierra de náufragos
dios es el bárbaro de la película
buenos propósitos hacen de bálsamo
con una fórmula casi ridícula

las viejas cábalas de uso pragmático
brujas y pálidas vienen en ráfagas
y es anacrónico según heráclito
usar dos rápidos del mismo niágara

siglo prostíbulo con tres teléfonos
y alguna brújula de norte hipócrita
brinda con clásicos y nuevos métodos
en otra cápsula la misma pócima

viernes, 24 de diciembre de 2010

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una
manifestación de personalidades.


En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado
crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva
personalidad.


Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean,
que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay
personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina,
hasta en el W.C.


¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál
es la verdadera!


Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas
ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.


¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo – me pregunto – todas estas
personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de
permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no
tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de
congelar una locomotora?


El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para
enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera
obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero
son de una petulancia… de un egoísmo… de una falta de tacto…


Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de
trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho
a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas,
conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de
contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una
pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de
las demás. Si alguna tiene una ocurrencia que me hace reír a carcajadas, en el
acto sale cualquier otra proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella
desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en
demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y
no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y
exige que me levante junto con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca,
una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen
mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de
dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas
personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que
se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al
menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.


Sería geminiano y conejo como yo?
Quién sabe!
Pero andaba cerquita, creo.
Esto...
me partió el cerebelo.

Soy tal cual.
Ja!
Qué Valor. Oliverio Girondo.





Somos felices todos nosotros los Nico de haber encontrado este texto en el blog de:


http://www.ver-borragica.blogspot.com/

jueves, 23 de diciembre de 2010

"Síganme los buenos" (el chavo, Chespirito)

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti
Yoruguayo.
(Paso de los Toros, Tacuarembó, Uruguay, 14 de septiembre de 1920Esquinas cercanas a calles Paraguay y 18 de Julio, Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009)

martes, 21 de diciembre de 2010

Esdrújulo - Daniel Viglietti.

Se trata cósmicos de ser más fértiles,
de no ser tímidos, de ser más trópicos,
de ir a lo pálido, volverlo térmico,
sentirse prójimo de lo más lúdico,
con verdes lápices trazar el ámbito
de lo que mágico rompe los límites,
buscar lo hidráulico de lo volcánico,
librar la métrica, cambiar de sílabas.

Y con elásticas formas anárquicas
tocar lo afónico que suene homérico,
fundar metáforas, crear la hipótesis
de que lo asmático se vuelva oxígeno.
Situar la brújula al sur paupérrimo,
armar las síncopas contra los déspotas,
cambiar la tónica por una séptima,
tocar en triángulo sones esféricos.

Y a los dogmáticos tan poco orgásmicos,
casi ni eróticos de ser tan púdicos,
a esos acríticos de sesgo andrógino
decirles ”gélidos, no sean retrógrados”.
Y con armónicos cantar bien nítido
contra lo frígido luchando tórridos,
con armas múltiples llamando cálidos
fondos oceánicos de lo más lúbrico.

El ritmo cíclico del vals esdrújulo
es cual la sístole que va a la diástole,
todo cardíaco de andar eufórico,
nada presbítero, más bien sacrílego.
Amando nínfulas que sueña grávidas,
el vals acróbata cruza los vértices
llamando gráciles criaturas prístinas,
seres prolíficos de lo aún inédito.

Y a los arácnidos volverlos líricos
y a sus ejércitos juzgarlos rápido
mediante un árbitro de juicio ecuánime
que encierre en cárceles impunes pérfidos.
Y los políticos de gesto tránsfuga,
los impertérritos, los siempre cómplices
caerán patéticos en lo espasmódico
cuando lo enérgico les corte el tránsito.

Con lo poético del vals arrítmico,
que está en lo crítico de sus propósitos,
no pueden síncopes ni golpes fúnebres,
ni es por patíbulos que quede acéfalo.
Ni es por trifásicas que olvide históricas
luchas titánicas por lo inalámbrico,
por lo que ubérrimo se alza eufórico
y anuncia próximos cambios históricos.

Cuando el pobrísimo tome las cúpulas
y los famélicos tomen las Áfricas
y los indígenas tierra amazónica
y los mecánicos tomen las fábricas
y los utópicos salgan del prólogo
y los daltónicos pinten lo nítido
y los chuequísimos bailen de júbilo
ya lo terrícola será libérrimo
cual ritmo cíclico de un canto esdrújulo.